Yo —siguió ella— fui una de las que tenían más miedo, pero al empeñarme de corazón en dar valor a las demás, también me hice valiente. (Carlota)
Y desde ese momento el sol, la luna y las estrellas pueden seguir tranquilos sus obligaciones, que yo no sé si es de día o de noche, y el mundo entero se pierde a mi alrededor. (Werther)
Buen Dios, desde tu cielo, ves a niños mayores y niños pequeños, y nada más; y en cuáles te complaces más, ya lo proclamó hace mucho tu Hijo. (Werther)