Hoy me desperté con un rayo de esperanza, mínimo, pero allí estaba iluminando un poco mi fe. Pasaron algunas horas y sentí como se desvaneció rápidamente mi esperanza. Entonces sentí que algo había muerto nuevamente dentro de mí, y sentí el vacío, unas ganas inmensas de decir «¿por qué a mí? ¿Por qué otra vez?»
Escuché que alguien cantaba «si aterrizas sobre tus pies» y enseguida me pregunté «¿y si aterrizo de espalda en vez de sobre mis pies? ¿qué tal si al despertar me doy cuenta de que he vuelto a caer?». Es injusto que a veces tengamos que lidiar con los errores de los demás, o pagar por el rencor y el enojo de otros. Duele a veces darse cuenta que ni siquiera tiene que ver contigo, pero aún así sigues cargando con un dolor extraño y ajeno que recorre tus huesos.
Quizás me rendí muy fácil, vi que algo se tornó de color negro y aunque me gusta vestir de este color, las cosas que son tan difíciles no le placen a nadie. Entonces me dormí en los laureles, abandoné por ahora algún sueño que podía haber tenido esta noche y sólo me limité a descansar inconscientemente, olvidándome de todo lo que está a mi alrededor. En alguna estrella creo que enterré un pedazo de aquel sueño, pero ese sueño no volvió, creo que entonces era una estrella fugaz que se lo llevó y no volvió a regresarlo jamás. Debería labrar mi propio destino, tal vez entre mis archivos quede alguna copia de ese sueño. Podría reproducirlo para que nunca más vuelva a extraviarlo.