Rudolf*, queridísimo mío, amo ese par de ojitos que tiene en su rostro. Sé que suena ridículo, pero es la idea, para que puedas reír un poco. Piensa bien en todos los obstáculos que hoy existen entre nosotros, en toda la distancia, en todo el tiempo, en todo el silencio que aparece de repente lejos de nuestra voluntad, en todas las personas que se oponen ahora, porque un día serán historia; curiosas anécdotas para contar a nuestros hijos y a nuestros nietos. Graciosos acontecimientos que aunque hoy no causan mucha gracia, un día nos desternillarán de la risa. Seremos contra todo pronóstico, ya lo verás. ¿Puedes sentirlo? Nos está llamando de vuelta.
*nombre ficticio.