Mi opinión sobre el feminismo

octubre 07, 2014

¡Podemos Hacerlo!


CA «Me alegra que te hayas dado cuenta de mi feminismo. No me gustan los extremos. Soy feminista sin excluir al hombre. Estoy contra el machismo y eso se da también, a veces, entre las mujeres. El hombre necesita de la mujer y viceversa. Nos complementamos. Yo lo que exijo y por lo que peleo es porque tengamos las mismas oportunidades, que no nos excluyan, que nos respeten, que nos traten de igual a igual. Desde que yo era joven hemos avanzado, pero todavía falta mucho, mucho. Las revoluciones [...] ayudaron bastante. Sin embargo, observo que hay un deslizamiento hacia atrás. Cuánto ganaríamos sin el horrible machismo. Hay que escuchar a la mujer tanto como al hombre. No excluirnos, sino, al contrario, incluirnos.

Para darte un ejemplo de cómo estamos todavía de atrasados te diré que hace un par de años, hablando yo en confianza con un editor, le pregunté que si le llegaban dos libros igualmente buenos, uno de un hombre y otro de una mujer, y si él sólo pudiese elegir uno, ¿qué haría? Me respondió sin titubear que publicaría el del hombre, porque se vendería más. ¿Te das cuenta? Ni siquiera me dijo que los volvería a leer con gran cuidado, que se los daría a otros para saber su opinión.

Recuerdo que en mi adolescencia, apenas se publicaban libros de mujeres. Se contaban con los dedos de una mano [...] Yo escuchaba decir con gran seriedad, aun en las mujeres, que el cerebro femenino era inferior al masculino. Todavía recordar esa frase me indigna y me da rabia».



—Claribel Alegría (Nicaragua, 1924).
Entrevista con Floriano Martins,
«Escritura Conquistada: Conversaciones con "Poetas de Latinoamérica", tomo II (2009)»

En mi opinión, el feminismo es más que una palabra, o incluso  más que una etiqueta que enmarca a cierto grupo de mujeres con opiniones y puntos de vista más «liberales» o «controversiales» para muchos. Para mí el feminismo debería ser un movimiento que accione el cambio absoluto, y una idea enarbolada por todas las mujeres del mundo en pro y en defensa de sus propios derechos y necesidades.

Durante siglos se creyó de manera errónea que la mujer debía permanecer atada al hombre sin derecho a tener sueños, opiniones, metas, ni puntos de vistas personales que discrepasen con los planes del hombre. También durante ese largo período de restricciones y límites hacia la mujer, las únicas o primordiales funciones aceptadas para ellas, eran las de «procrear» y «sujetarse» al hombre.

Las religiones en general aún se rehúsan al progreso feminista y a la liberación femenina —lo que para nada tiene que ver con dejar de lado al hombre, sino con una visión equitativa y de inclusión de la mujer.

Son realmente incontables los grandes filósofos, compositores y músicos, pintores, escultores, escritores, físicos, matemáticos, catedráticos, entre cientos y cientos de etcéteras, del sexo masculino. Como contra parte, las mujeres en comparación a ellos, son contadas con los dedos de las manos porque sólo un puñado de ellas ha logrado abrirse paso y posicionarse en medio de un mundo que aún hoy le pertenece a hombres selectivos y a veces, orgullosos defensores de su propio género.

A la mayoría de los hombres les molesta, les irrita e incomoda en sobremanera ser desplazados por las mujeres, es por eso que para nosotras el camino se convierte en una escena dramática y peligrosa, en una verdadera batalla campal en ciertas áreas, en especial en el área laboral.

La poeta y escritora Claribel Alegría (CA), de la cuál he referido el texto inicial, dice una clara verdad sobre el machismo arraigado incluso en las mujeres cuando comenta: «yo escuchaba decir con gran seriedad, aún en las mujeres, que el cerebro femenino era inferior al masculino». Pienso que muchos de los abusos, denigraciones, exclusiones y humillaciones dirigidos hacia el género femenino han ocurrido —en gran parte— por culpa de las propias mujeres que lo han permitido sin chistar ni defender su posición, y debido a esa actitud tan pasiva han cooperado para que el abuso se extienda a más generaciones, ya que también al permitir este patrón disfuncional y abusivo en el núcleo familiar, sus hijos —tanto niños como niñas— absorben dicho patrón y lo adoptan como un comportamiento natural, el cuál arrastrarán a lo largo de sus vidas y caracterizará sus personalidades y elecciones futuras.

Con respecto al punto de que el feminismo se encuentre estrechamente relacionado a un desarrollo leve o extremo de la misandria en algunos grupos feministas, opino que así como existen hombres en extremo machistas, también sucede lo mismo en el caso de las mujeres, y es casi imposible que esto no suceda en alguno de los dos bandos. No estoy en absoluto justificando a ninguna mujer, al contrario, así como puede ser fácilmente enjuiciable que un hombre abuse de una mujer, sucede exactamente lo mismo del modo contrario, pues conozco casos de abuso doméstico hacia hombres y me parece por lo menos injusto, triste y lamentable. Pero la realidad es que por cada hombre recibiendo maltrato a través de una mujer, cinco de ellas están sufriendo lo mismo en manos de un hombre. Pienso que el error de este movimiento feminista moderno, radica en que muchos de sus eslabones quieren lograr su acometido pisoteando a los hombres para exhibir la fuerza que han ganado como grupo. No chicas, de ese modo no logramos ni solucionamos nada, actuando y pensando de esa manera sólo estamos creando otro problema. Se supone que luchamos por la Igualdad no por la superioridad! Tanto hombres como mujeres merecemos los mismos espacios dentro de la sociedad: ninguno merece ser sofocado por los tradicionalismos o costumbres mediocres.

Todas las mujeres deberían creer en lo que son, creer en el poder que tienen, y en la fuerza y coraje que poseen para lograr cualquier cosa. Todas las mujeres del mundo deberían tener derecho a prepararse académica e intelectualmente, además, todas deberíamos tener el derecho —y me atrevo a decir «la responsabilidad», pues muchas declinan de ello— de prepararnos en áreas laborales de nuestro propio gusto. Lastimosamente, existen aún en "pleno siglo XXI" sociedades enteras sesgadas al machismo y las mujeres pertenecientes a ellas carecen de todo lo ya mencionado, además del derecho a la salud y atención médica, y libertades básicas para una vida plena.

Para concluir sólo debo decir una cosa, dejemos de creer que somos la generación más avanzada de la historia humana, pues no importa el siglo ni su número, o los logros alcanzados, nunca seremos lo suficientemente «avanzados» para dejar atrás las diferencias raciales y de género, que debería ser el avance más importante de nuestra sociedad.

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