—¿Qué tiene la niña? —La niña es un ángel.

septiembre 20, 2013

El síndrome de down, esta condición según la ciencia es un trastorno genético que se produce por una trisomía en el cromosoma número 21, es decir, normalmente deberían ser dos, pero estos ángeles contienen tres en su lugar. Yo siempre he visto esta «condición» de una manera muy especial. Las personas con síndrome de down me enternecen en sobremanera. De una forma u otra siempre he estado dispuesta a cooperar con fundaciones y aprender más sobre su forma de ver el mundo que les rodea. He conocido muchas personas con esta «condición» a lo largo de mi vida. Era muy pequeña cuando vi a una niña con este síndrome por primera vez, y ya conocemos la curiosidad que tienen los niños por querer saber todo lo que les rodea, empecé a preguntarle interesada a mi madre, que me acompañaba en ese momento «¿qué tiene la niña?», mi madre seguidamente me dijo «es especial». Ese día no sabía a qué se refería mi madre con «especial», «¿especial por qué?» fue la pregunta que me hice, pero mucho más tarde entendí que era una forma sublime de llamar a estos ángeles del cielo, aunque esas dos palabras se quedaron grabadas en mi mente para siempre. Desde ese momento creí que todas las personas especiales lucían así. A partir de ese día mi interés por cada uno de esos niños fue muy grande, me acercaba a ellos a hablar, a jugar; me gustaba compartir con estos «niños especiales».

Cerca de casa durante la mañana veo pasar a un joven con síndrome de down tomado de la mano de su abuela, automáticamente me arrancan una sonrisa con sólo ver la forma en la que uno apoya al otro, me endulzan el inicio del día. Una característica clara en estos niños —y también adultos— es su inmensa inocencia, un niño siempre es un niño, pero incluso en su adultez las personas con este síndrome siguen siendo tan inocentes y creativos como un niño. Ayer durante una de mis caminatas de rutina vi en un parque a la lejanía lo que me pareció un niño sobre su monopatín, al continuar con mi caminata e irme acercando noté que era un joven —entre 20/25 años— con síndrome de down. Él jugaba aislado del mundo con su monopatín al paso de la gente —uno más ignorante que el otro— que a veces parecían no querer entender y se alejaban hablando mal de él. Lo que mucha gente no sabe es que las personas con síndrome de down poseen una inteligencia bárbara y una fuerza de voluntad enorme, muchas personas al notar que son «diferentes» —y vuelvo a enmarcar con las comillas— automáticamente los rechazan y excluyen. Peso a eso, existe una belleza innata en estos niños, una inocencia pura y sincera, merecen todo el apoyo del mundo por parte de su familia, vecinos, amigos, profesores, y la sociedad en general. Yo les llamo «ángeles», porque eso son... ¿acaso no son hermosos?


Siempre me gusta trabajar con ellos, como ya les he dicho son inteligentes, creativos, pero además son gente brillante con una luz más grande que el propio sol, llenos de amor y de ternura. Te invito a que los comprendas.

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