Decisiones

septiembre 21, 2013

La música es mi aliento, pero puedo disfrutarla mucho más sin necesidad de hacerla.
Disfruto el trabajo de otros.

Recuerdo aún cuando la música, además de mi aliento, era mi sueño, pero con eso me olvidaba del resto, estaba dejando escapar la oportunidad de cultivar otros talentos. Intenté con la música infinidad de caminos: estudié el lenguaje musical, toda la teoría y la práctica de instrumentos como el bajo eléctrico y la guitarra clásica. Compuse canciones, ayudé a otros con los arreglos, estuve en dos grupos como cantante, compositora, participé en duetos y canté como solista, ¿qué no hice con la música? No entendía porqué si amo tanto la música no disfrutaba hacerla yo misma, disfrutaba oír a otros, pero no me llenaba cantar en público, ni tocar en eventos a pesar de que era una experiencia gratificante. En ese punto entendí la vida efímera de los músicos y cantantes que solemos escuchar hoy. Entonces alguien me dijo una frase que jamás he olvidado y que básicamente se ha convertido en mi estandarte a la hora de emprender nuevos rumbos: «el que seas buena en algo no significa que debas hacerlo; debes hacer el resto de tu vida lo que amas, no lo que te gusta».

Todos apostaban que yo fuera cantante o músico profesional, mis profesores, mi familia, mis conocidos y allegados, todos decían que era buena en eso, pero quizás fue lo que me cansó bastante. Yo quería dar más. Soy de esas personas que viven para retarse y no me gusta el conformismo, así que si era tan buena, significaba que no estaba dando algo que los demás no esperaran, y yo misma no quería contenerme. Cambié eso en lo que fui buena desde pequeña y empecé a desarrollar el resto de mis talentos —que tenía empolvados desde una edad temprana— de una forma más responsable y seria. Recordé que en el colegio siempre destacaba por mis habilidades para escribir: poesía sobretodo, cuentos e historias, que traducía de sueños y la misma cotidianidad. Los profesores y directivos siempre llegaban a la conclusión de que debía ser yo quien escribiera y leyera los textos de promoción del alumnado o de los eventos especiales. Poco después la fotografía me atrapó también y empecé a trabajar en ambas.

Aún suelo cantar mucho —no pasa un día que no lo haga—, también sigo tocando la guitarra en la intimidad de mi soledad, pero comprendí que realmente disfruto hacerlo acompañada de esa soledad para buscar inspiración, para refrigerar mi alma, y no cambiaría la decisión que he tomado con respecto a esto, o las puertas que se han abierto. A veces tener más de un talento destacable se traduce en encrucijadas, en no saber en absoluto qué camino escoger, pero se presenta un momento en la vida en el cual debemos detenernos, respirar profundo, calmarnos y pensar «¿qué hago ahora, es lo que realmente deseo hacer?».

Descubrí que hay formas de mezclar todo lo que me gusta, y a eso me he asido, pues ¿por qué debo optar por  una sola cosa y abandonar las otras, si puedo escoger todas a la vez?

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