Poniéndome al día

septiembre 09, 2013

Últimamente no he escrito mucho aquí, no he tenido mucho tiempo para sentarme frente al monitor y por lo menos saludarles. He vuelto de viaje hace una semana y desde entonces el trabajo me ha atrapado un poco —seguro que entienden—, lo cierto es que quisiera contarles como me ha ido durante mi viaje ahora que tengo tiempo para hacerlo.

No todo mundo tiene la suerte de viajar tanto como quiere, yo por ejemplo, deseo viajar mucho más pero cada vez es más complicado. Pareciera que mientras el mundo avanza y aumenta la tasa turista, más difícil es viajar a ciertos países y lugares. No entiendo porqué pero cada vez hay más protocolo para un simple viaje de esparcimiento. Desearía vivir como en esas películas en las que el protagonista llega a todos los lugares que quiere: selva, bosques, montañas, ciudades ¡qué se yo! Aparentemente nunca trabaja, pero siempre tiene dinero para lo que necesita y a pesar de que pueda suceder algún inconveniente durante el viaje, dicho protagonista siempre llega a donde planea de alguna forma.

En fin, que hubieron ciertas cosillas durante mi viaje —ya saben, cosas de camino— pero me ha ido fenomenal. Para este viaje decidí volver con gusto a la Colonia Tovar, de la que por cierto ya he escrito anteriormente —clic aquí para la entrada—, aunque fui haciendo paradas en algunas ciudades salpicadas en el mapa antes de ir allí.

Al llegar rápidamente al primer destino me golpeó el cambio de clima y experimenté un ligero «choque de realidades». Mucha gente fue amable con nosotros, aunque nunca falta el maleducado en ningún lugar. Llegamos a una ciudad llamada Puerto La Cruz donde hay lindas playas para los amantes del sol y uno la pasa de maravilla, nos hospedamos en el Hotel Mochima donde me pareció excelente la comida, excelente el servicio y las locaciones me parecieron muy bonitas. Estas son algunas fotos del hotel en el área de la piscina.

El uso de la piscina está permitido a partir de las 8am. Yo que soy muy madrugadora a las 6 pude tomar esta foto:


A las 8: 30 am ya estaba así

Durante el resto del día hubieron actividades y llegó algo más de gente a la piscina, pero me agradó mucho el ambiente y me alegró que la cantidad de gente no fuera abrumador. Estuvimos 5 días en Puerto La Cruz, no tengo queja alguna del hotel, aunque en la ciudad sí que hace algo de calor.

El sábado 17 emprendimos rumbo hacia Caracas la capital via terrestre. El viaje se me ha hecho muy corto porque dormí prácticamente todo el recorrido. La capital es muy pintoresca en mi opinión, con todas esas casas apiladas o «ranchos», que no son más que una cantidad notable —exagerada más bien— de casas apiladas una encima de otra sobre una montaña o cerro, pienso que es peligroso aunque lo he visto igual en Colombia y Brasil. Esta vista es algo que ya distingue a Caracas del resto de ciudades del país.


El Parque Francisco de Miranda es una opción excelente si te gusta practicar yoga, correr, trotar, manejar bicicleta, patinar o realizar cualquier actividad física. Allí también hacen eventos culturales, y sirve como atracción turística e histórica el Buque Leander, la reconstrucción tamaño real del buque que transportó a Francisco de Miranda en sus días —fue un prócer de Venezuela—. Caracas es una ciudad con encanto propio, tiene muchísimas cosas de las cuales cualquiera podría enamorarse. La única queja que tengo es que padece de los mismos males que casi cualquier ciudad capital del mundo: mal tráfico, cantidad excesiva de individuos en las calles, cierta inseguridad, sobretodo con los turistas... es natural en este tipo de ciudades pero cortando el mal rollo, Caracas tiene una chispa única y vale la pena visitarla.

Quizás yo como todo buen amante del silencio y la paz prefiero los lugares más tranquilos y relajados, pero recomendaría que la visiten. Ya terminando la aventura en Caracas, seguimos rumbo a la Colonia Tovar.

Como siempre no tengo más que agradecimiento con toda esa gente hermosa habitante de la colonia, que te hacen sentir como en tu propio hogar cada vez que visitas el lugar. En cada restaurant, hotel o posada las personas son muy amables y te contagian las ganas de regresar. Alquilamos una bonita y acogedora cabaña en el mismo complejo de mi visita anterior en las Cabañas Silberbrunnen, que para mi sorpresa fue la misma en la que dormí durante aquel viaje. Amo el aroma y el sabor del café por la mañana acompañado del hermoso sonido de las campanas de la iglesia. Sí, me torno absurdamente poética con este tema pero hacía tiempo que no recordaba esa clase de felicidad plena. Hemos cogido tours por las siembras, lugares históricos y parques, los guías turísticos son divertidísimos y además te enseñan mucho sobre la historia local, la hemos pasado de maravilla y seguro que como siempre volveremos allí. Como ya he escrito antes sobre la Colonia Tovar no me seguiré extendiendo porque con esto podría pasarme horas, aquí debajo dejaré algunas fotos que tomé y de una vez me despido, hasta la siguiente entrada







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