Tal como las gasas sirven para limpiar y cubrir heridas, las hojas de papel le sirven al escritor. Las heridas empiezan a sanar cuando describimos con detalle lo que sentimos; el alma empieza a sanar.
Escribir con detalle qué nos causó la herida, cómo lo hizo, por qué no pudimos evitarlo; con cada palabra la hoja de papel —o un monitor en su defecto— se convierten en un bálsamo para nuestras emociones. Lo he podido experimentar unas cientos de veces: cómo al escribir mi enojo, mi tristeza, mi dolor, entre tantos otros, se van apaciguando poco a poco, hasta quedar en cero.
Con el paso del tiempo al leerlo de nuevo puedo entender la intensidad de mis emociones y reflexionar en ello, me doy cuenta de que ya no me siento igual, descubro que haberlo escrito un día ha servido para dejarlo atrás.
Mi consejo es: escribe. Todos podemos escribir.
En vez de descargarnos diciendo cosas que pueden herir a otros y de las cuales podemos en un futuro arrepentirnos, apártate y escribe lo que venga a tu mente...
sólo escribe, escribe, escribe.
Escribir con detalle qué nos causó la herida, cómo lo hizo, por qué no pudimos evitarlo; con cada palabra la hoja de papel —o un monitor en su defecto— se convierten en un bálsamo para nuestras emociones. Lo he podido experimentar unas cientos de veces: cómo al escribir mi enojo, mi tristeza, mi dolor, entre tantos otros, se van apaciguando poco a poco, hasta quedar en cero.
Con el paso del tiempo al leerlo de nuevo puedo entender la intensidad de mis emociones y reflexionar en ello, me doy cuenta de que ya no me siento igual, descubro que haberlo escrito un día ha servido para dejarlo atrás.
Mi consejo es: escribe. Todos podemos escribir.
En vez de descargarnos diciendo cosas que pueden herir a otros y de las cuales podemos en un futuro arrepentirnos, apártate y escribe lo que venga a tu mente...
sólo escribe, escribe, escribe.