El reloj no espera por nadie. Nos proponemos metas al inicio de cada año. Queremos realizar viajes de placer, trabajar la salud, conseguir mejores empleos, hacer ejercicio, comprar algo especial, visitar a alguien que vive lejos, especializarnos en algo, expandir nuestro currículo, y tantas cosas más. Pensamos que tenemos todo el tiempo del mundo porque a penas inicia el año, pero entonces al mirar el calendario notamos que han trascurrido los primeros 31 días del año; 31 días menos para empezar a movilizarnos y ponerle pie a nuestros propósitos. Son esas metas las que nos mantienen en constante cambio y mejoría, desear alcanzar todo lo que deseamos o la mayoría de esos propósitos es una enorme esperanza a lo largo de nuestra vida. Tenemos tanto que hacer y tan poco tiempo. No quiero despertar un día a contar las arrugas de mis manos y mi rostro y darme cuenta de que son más que los sueños cumplidos, o contar los fracasos y descubrir que son más las lágrimas que las risas. Si no nos determinamos y decimos de una vez «es ahora», no será nunca.
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Hace 1 semana