Yo empecé a desarrollar un amor profundo por la lectura a muy corta edad, alrededor de los 9 o 10 años, leía una y otra vez libros cortos de variadísimos temas gracias a mi madre. Mi tema predilecto era fantasía —como en la mayoría de los jóvenes—, pero a partir de los 14 años fue cuando empecé a atravesar esa etapa de «lectora voraz», devoraba los libros, sagas enteras de 6 a 7 libros en alrededor de un mes o mes y medio. Libros de entre 200 y 400 páginas los podía leer en uno o dos días, dependiendo de mi tiempo libre, y leía todos los géneros que podía sin escatimar. No profundizaba en lo que leía, no evaluaba bien lo que iba a leer; llegué a comprar libros que consideré básicamente basura sólo porque algo equis llamó mi atención, pero no me detuve a pensar en la propuesta del autor de un modo más globalizado.
Con el tiempo esto ha cambiado, sigo leyendo de todo un poco pero soy muchísimo más selectiva, y pienso que esos cambios se deben a la madurez. A medida que leemos se amplía nuestra mente, nuestra percepción del mundo y esto hace que florezcan en nosotros nuevos instintos. A medida que leemos también aprendemos a conocernos, lo que nos gusta y lo que no, los géneros que más nos atraen, los autores que logran captar nuestra atención de manera reiterada con sus publicaciones.
También reducimos el ritmo de lectura porque aprendemos a profundizar, a escudriñar, a desglosar lo que leemos y así le sacamos más provecho a nuestras libros. Esas sagas que solía leer en un dos por tres en el pasado y que sigo conservando en mi biblioteca, ahora me toman meses...
No es leer por leer, es aprender de lo que leemos.
Todos los seres humanos estamos sujetos a la ley universal del cambio, por lo tanto, sí se puede hablar de que evolucionamos, crecemos, nos desarrollamos, nos enriquecemos, maduramos, cualquiera de esos términos es aceptable.
Con el tiempo esto ha cambiado, sigo leyendo de todo un poco pero soy muchísimo más selectiva, y pienso que esos cambios se deben a la madurez. A medida que leemos se amplía nuestra mente, nuestra percepción del mundo y esto hace que florezcan en nosotros nuevos instintos. A medida que leemos también aprendemos a conocernos, lo que nos gusta y lo que no, los géneros que más nos atraen, los autores que logran captar nuestra atención de manera reiterada con sus publicaciones.
También reducimos el ritmo de lectura porque aprendemos a profundizar, a escudriñar, a desglosar lo que leemos y así le sacamos más provecho a nuestras libros. Esas sagas que solía leer en un dos por tres en el pasado y que sigo conservando en mi biblioteca, ahora me toman meses...
No es leer por leer, es aprender de lo que leemos.
Todos los seres humanos estamos sujetos a la ley universal del cambio, por lo tanto, sí se puede hablar de que evolucionamos, crecemos, nos desarrollamos, nos enriquecemos, maduramos, cualquiera de esos términos es aceptable.
¿Para tí qué significa evolucionar?
Como lector, ¿qué cambios has notado en tus dinámicas?