Siempre recuerdo una de mis escenas favoritas de la película Comer, Rezar, Amar en la que Liz descubre la palabra attraversiamo en un viaje a Italia gracias a su amigo y maestro de italiano. Ella describe lo hermosa que le resulta esta palabra ordinaria crucemos por el sonido de sus vocales y consonantes mezcladas de manera armoniosa. Esa se convirtió en su palabra.
Desde ese día me he preguntado ¿cuál es mi palabra? Puede parecer que no tiene ninguna relevancia, pero para ella esa palabra se convirtió en una herramienta decisiva en uno de los puntos más importantes de su vida: el momento en el que por fin decidió dejar entrar a alguien a su corazón, darle una nueva oportunidad al amor, amar como se estaba negando así misma aunque lo necesitaba. Así de importante resulta tener una palabra, algo que te de fuerzas cuando el mundo te debilita, que te anime a dar el salto de fe cuando estás a sólo un paso del cambio que esperas pero no te atreves por miedo a abandonar la comodidad.
Yo al no tener mi propia palabra y al fascinarme el idioma italiano, creí que podía tomar prestada su palabra, pero estoy remarcando intencionalmente "su" porque era eso, su palabra, no la mía. Claramente no me sentía identificada aunque también me encantaba como se escribía y aún más cómo se pronunciaba pero no se trata de eso, no es un asunto superficial, es algo más profundo, más interno de lo que puede parecer. Tu palabra puede no significar nada para los demás, y las de los demás pueden no tener significado para tí.
Creo que como la mayoría de las cosas en la vida, cuando se busca algo incansable y ansiosamente no llega. Esto puede aplicar para el verdadero amor, las verdaderas amistades, el trabajo soñado (o lo que quieras poner aquí), esa palabra que te define también llega de manera inesperada, cuando la necesitas de verdad, no cuando la estás buscando caprichosamente.
Creo que las buenas cosas de la vida, las que más valen la pena están sujetas a la serendipia, que son esos sucesos inesperados o afortunados que se producen por mera casualidad, accidentalmente, por pura suerte o por obra del destino cuando se está buscando una cosa totalmente distinta. Así llegó a mí mi palabra, en un idioma que jamás se me hubiera ocurrido, de una forma que me habría parecido absurda si alguien me lo hubiera contado.
En una canción de k-pop, en coreano (que no entiendo en lo absoluto) por efecto del autoplay de youtube mientras preparaba la cena algo captó mi atención enseguida, una palabra mientras sonaba: gwaenchanha. Fue la única palabra que pude pronunciar sin siquiera saber cómo hacerlo, lo que significaba o cómo se escribía. Decidí buscarla porque sencillamente me fascinó su pronunciación, sentí que me hablaba de alguna manera. Siempre he sido la clase de persona que se repite internamente "todo está bien, está bien" sin importar las cosas que vienen a abatirme de vez en cuando como a todos los mortales, y precisamente eso significa gwaenchanha, entonces lo supe.
Estoy bien porque entiendo que el mundo no se detiene a pesar de mis inseguridades, estoy bien porque lo que me sucede de vez en cuando, o aquello que no me abandona no me han derrotado del todo. Hoy es sólo un día, una nueva oportunidad, pero incluso si no lo logro este día mañana habrá un nuevo despertar. Está bien. Podré intentarlo otra vez. Tendré nuevos caminos y nuevas oportunidades siempre que esté viva porque nada se acaba hasta que la vida termina.
2020 casi me parece un año con números poéticos. 20 es mi fecha de cumpleaños, 20 un número asociado a cambios radicales, a la verdad, a la fe y la renovación. Así que este año tengo muy buenas expectativas, y espero que tú también. Deseo que puedas poner en acción muchísimas de las cosas que has estado soñando dormid/ o incluso despiert/, que puedas alcanzar todas las metas que te han quitado el sueño y que encuentres esa palabra que te acompañará y te definirá por el resto de tu vida.
Desde ese día me he preguntado ¿cuál es mi palabra? Puede parecer que no tiene ninguna relevancia, pero para ella esa palabra se convirtió en una herramienta decisiva en uno de los puntos más importantes de su vida: el momento en el que por fin decidió dejar entrar a alguien a su corazón, darle una nueva oportunidad al amor, amar como se estaba negando así misma aunque lo necesitaba. Así de importante resulta tener una palabra, algo que te de fuerzas cuando el mundo te debilita, que te anime a dar el salto de fe cuando estás a sólo un paso del cambio que esperas pero no te atreves por miedo a abandonar la comodidad.
Yo al no tener mi propia palabra y al fascinarme el idioma italiano, creí que podía tomar prestada su palabra, pero estoy remarcando intencionalmente "su" porque era eso, su palabra, no la mía. Claramente no me sentía identificada aunque también me encantaba como se escribía y aún más cómo se pronunciaba pero no se trata de eso, no es un asunto superficial, es algo más profundo, más interno de lo que puede parecer. Tu palabra puede no significar nada para los demás, y las de los demás pueden no tener significado para tí.
Creo que como la mayoría de las cosas en la vida, cuando se busca algo incansable y ansiosamente no llega. Esto puede aplicar para el verdadero amor, las verdaderas amistades, el trabajo soñado (o lo que quieras poner aquí), esa palabra que te define también llega de manera inesperada, cuando la necesitas de verdad, no cuando la estás buscando caprichosamente.
Creo que las buenas cosas de la vida, las que más valen la pena están sujetas a la serendipia, que son esos sucesos inesperados o afortunados que se producen por mera casualidad, accidentalmente, por pura suerte o por obra del destino cuando se está buscando una cosa totalmente distinta. Así llegó a mí mi palabra, en un idioma que jamás se me hubiera ocurrido, de una forma que me habría parecido absurda si alguien me lo hubiera contado.
En una canción de k-pop, en coreano (que no entiendo en lo absoluto) por efecto del autoplay de youtube mientras preparaba la cena algo captó mi atención enseguida, una palabra mientras sonaba: gwaenchanha. Fue la única palabra que pude pronunciar sin siquiera saber cómo hacerlo, lo que significaba o cómo se escribía. Decidí buscarla porque sencillamente me fascinó su pronunciación, sentí que me hablaba de alguna manera. Siempre he sido la clase de persona que se repite internamente "todo está bien, está bien" sin importar las cosas que vienen a abatirme de vez en cuando como a todos los mortales, y precisamente eso significa gwaenchanha, entonces lo supe.
Estoy bien porque entiendo que el mundo no se detiene a pesar de mis inseguridades, estoy bien porque lo que me sucede de vez en cuando, o aquello que no me abandona no me han derrotado del todo. Hoy es sólo un día, una nueva oportunidad, pero incluso si no lo logro este día mañana habrá un nuevo despertar. Está bien. Podré intentarlo otra vez. Tendré nuevos caminos y nuevas oportunidades siempre que esté viva porque nada se acaba hasta que la vida termina.
2020 casi me parece un año con números poéticos. 20 es mi fecha de cumpleaños, 20 un número asociado a cambios radicales, a la verdad, a la fe y la renovación. Así que este año tengo muy buenas expectativas, y espero que tú también. Deseo que puedas poner en acción muchísimas de las cosas que has estado soñando dormid/ o incluso despiert/, que puedas alcanzar todas las metas que te han quitado el sueño y que encuentres esa palabra que te acompañará y te definirá por el resto de tu vida.