Son quince pasada las doce y aún este libro me saluda. Lleva ese perfume que desparrama por toda la habitación mientras mi cabeza da vueltas. Me pregunto si las cosas van a estar bien; si resistirá mi cerebro.
Este amigo mío no lo sabe y espero que nunca se entere de que sólo lo leo para sacarme otras cosas de la mente, como el que nada en alcohol, yo nado en letras y notas musicales.
Es cierto, a veces cometemos locuras, tantas que nos persiguen incluso cuando ponemos la cabeza a reposar sobre la almohada. Entonces esa cama y esas sábanas que eran tan cómodas antes parecieran tener espinas y pesar toneladas ahora, y ya no quieres dormir —o no lo suficiente—, porque no quieres soñar, aunque tampoco quisieras estar despierto.
Los altavoces están sonando, lo hacen realmente fuerte y no estás cantando a este punto, sólo aullas la letra intentando sacar ese grito ahogado que te lacera la garganta, ese grito que de otro modo no podrías sacar. No importa cuanta gente hay alrededor, sólo te imaginas de pie sobre una gran colina, en medio de una enorme sabana desierta.
¿Y cómo haces cuando despierto vienen todas esas cosas a perseguirte en tus pensamientos? ¿Cómo haces cuando dormido te atormentan en tus sueños?
Son quince pasada las doce y mi cabeza cuelga al filo de la cama.
Es increíble. Parece que resistiré otra noche. Soy fuerte. En el calendario ya es otro día. Estaré bien a pesar de todo, y veré los colores de nuevo al amanecer.
Este amigo mío no lo sabe y espero que nunca se entere de que sólo lo leo para sacarme otras cosas de la mente, como el que nada en alcohol, yo nado en letras y notas musicales.
Es cierto, a veces cometemos locuras, tantas que nos persiguen incluso cuando ponemos la cabeza a reposar sobre la almohada. Entonces esa cama y esas sábanas que eran tan cómodas antes parecieran tener espinas y pesar toneladas ahora, y ya no quieres dormir —o no lo suficiente—, porque no quieres soñar, aunque tampoco quisieras estar despierto.
Los altavoces están sonando, lo hacen realmente fuerte y no estás cantando a este punto, sólo aullas la letra intentando sacar ese grito ahogado que te lacera la garganta, ese grito que de otro modo no podrías sacar. No importa cuanta gente hay alrededor, sólo te imaginas de pie sobre una gran colina, en medio de una enorme sabana desierta.
¿Y cómo haces cuando despierto vienen todas esas cosas a perseguirte en tus pensamientos? ¿Cómo haces cuando dormido te atormentan en tus sueños?
Son quince pasada las doce y mi cabeza cuelga al filo de la cama.
Es increíble. Parece que resistiré otra noche. Soy fuerte. En el calendario ya es otro día. Estaré bien a pesar de todo, y veré los colores de nuevo al amanecer.