Soldadito de plomo

enero 10, 2012


No quería ser igual a los otros, pero algo le dijo que debía agradarles.

Todo empieza de una manera simple: quieres marcar la diferencia, pero de pronto algo empieza a suceder. Todo el tiempo la tv, películas, revistas, alfombras rojas, farándula, Hollywood, internet, paparazzis persiguiendo artistas "rosa" y todo este tipo de cosas bombardean nuestra mente día y noche, entonces empiezas a elegir entre dos caminos: ser "cool" o ser yo.

Roberto*(1) era un niño que sólo tenía un camino por elegir: ser él mismo, pero fue intoxicado por todas las cosas que ya al principio anuncié y verán que no sólo le pasa esto a las chicas.

Empezó por los zapatos y algo de ropa, luego el peinado, actitudes y hasta su rostro parecía otro. Le preguntabas «¿qué haces?» y él respondía «buscando la ropa que está de moda», él no se dio cuenta pero ya era completamente diferente muy a pesar de los intentos de todos por evitar que se transformara en algo así. Él tocando su instrumento era el mejor, pero poco a poco dejó de hacerlo por amor, y empezó a tocar para que otros lo vieran y quisieran imitarlo. Tenía muchos «ídolos» y a ellos se parecía así que no costaba creerle pero ya era difícil volver atrás para él. Lo más triste de la historia es que su cuerpo no era suficiente para él, era atlético y bien parecido pero para él no era suficiente.

Día y noche, ejercicio tras ejercicio, medicinas, gimnasio, dietas, llegó a su vida algo que no había planeado. Con los meses también se fue su sonrisa, era obsesivo y las ojeras se marcaban mucho en su rostro de cansancio y desesperación: la vigorexia fue algo que él no planeó.

Esto fue como un fantasma en su vida; se robó su alegría, sus risas, sus miradas de paz, su pasión por la vida, sus ganas de luchar, su buena música, sus letras y toda la creatividad que en él había, incluso, como obra última robó su valiosa vida ¡qué triste! pero a veces así es.

No podemos ser perfectos, la perfección NO existe. Los de las revistas, los modelos, actores de tv y películas, todos tienen defectos, siempre están luchando contra algo; aún cuando los vemos perfectos viven en un mundo fuera de este mundo, en medio de la soledad y la tristeza.

Roberto quería marcar la diferencia, quería ser admirado, ser un modelo a seguir para todos. En su mente estaba todo lo que necesitaba, un mundo, sólo debía ver más allá de lo que sus ojos veían, pero en vez de elegir vivir su vida eligió vivir la vida de sus ídolos, desechó su identidad y su realidad para tomar la fantasía de otros y caminar como si flotara en un mundo de ilusión porque desechó ser él para convertirse en un soldadito de plomo.


*(1) Roberto, Nombre ficticio.

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