La voz de mi conciencia

marzo 26, 2010

«Porque dicen que el cargo de conciencia y la culpa pueden pesar más que el mismo odio y el rencor. Una típica conversación de mi conciencia conmigo misma y el tipo de respuestas comunes que resultan cuando tu conciencia tiene la razón y tú no».

El amor puede fácilmente cegarte. He comprobado que para amar hace falta sufrir. Un 'ANCO', manera sencilla de abreviar «Amor No Correspondido», una maldición que puede oscurecer tu alma, romper tu corazón y derrumbarte ante la vida. Hay quienes se dan otras oportunidades, pero hay excepciones que deciden desconectarse del mundo y decirle «Hasta nunca» a ese no se qué llamado «amor».

Conciencia
—Deja de fingir que eres feliz cuando te estás muriendo por dentro.

Yo
—¡Déjame mentir cuando se me antoje!

Conciencia
—Sólo los débiles lloran.

Yo
—Entonces deja que me ahogue en mis propias lágrimas.

Conciencia
—Sólo los hipócritas creen que la vida es fácil.

Yo
—¡Déjame ser hipócrita entonces! A ver si así me olvido de todo.

Conciencia
—Solamente los infelices se mienten a sí mismos.

Yo
—Entonces soy muy infeliz. ¡Deja de contar mi historia!

Conciencia
—No estás bien! Sólo los imbéciles se quejan de sus problemas en vez de resolverlos.

Yo
—Pues soy una imbécil. Listo.

Conciencia
—Odiándote a ti misma no conseguirás nada.

Yo
—Sólo el suicidio.

Conciencia
—Tú lo has dicho, pero con quitarte la vida no ganas nada.

Yo
—¡No intentes convencerme! Aún no estoy harta de que los vidrios me reflejen.

Conciencia
—¿Harta de cortar tus muñecas?

Yo
—No. Lo haré hasta que consiga mi meta.

Conciencia
—¿Te refieres a quitarte la vida?

Yo
—Sólo si eso lo consideras una meta.

Conciencia
—No puedo creer que hables de ésta manera.

Yo
—Yo tampoco puedo creer que esto sea yo.

Conciencia
—¿Y por qué no cambias?

Yo
—Ya es muy tarde.

Conciencia
—Nunca es tarde.

Yo
—Te equivocas. Para mí sí lo es.

Conciencia
—No eres Dios para decidir cuando es tarde, menos para quitarte la vida.

Yo
—Tampoco soy el diablo para decidir hacerme daño, y aún así lo hago.

Conciencia
—¿Y los tuyos? ¿Qué hay de aquellos que te quieren?

Yo
—No creo que eso sea cierto. En todo caso, que sufran lo mismo que yo estoy sufriendo.

Conciencia
—¿Eso no te parece cruel y egoísta? ¿Piensas descargar tu odio y tu rencor con ellos?

Yo
—Lo que sea con tal de que sepan lo que siento y me entiendan por fin un día.

Conciencia
—Eres muy dura e injusta con ellos. ¿Qué endureció tu corazón de esta manera?

Yo
—Pregúntaselo al chico que lo volvió pedacitos.

Conciencia
—¿Y crees que estarías bien si él no hubiera aparecido jamás en tu vida?

Yo
—Por supuesto! Estoy segura de eso.

Conciencia
—¿Por qué?

Yo
—Porque haberlo conocido fue mi único error. Él es mi maldición.

Todo pasa por culpa del desamor. Pierdes la ilusión, las ganas de soñar, dejas de creer en la vida y dejas de ver lo bonito que hay en ella. Las cicatrices del desamor son heridas que cuestan sanar, quedan marcadas, siempre lo recuerdas. Si lo olvidas, no era amor ni mucho menos, un capricho se olvida fácilmente.

Desamor es algo que no le desearía a nadie, ni siquiera a un enemigo... El desamor es como una enfermedad mortal que te consume poco a poco hasta los huesos, así te sientes.

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