He notado ciertos casos a mi alrededor que me ponen a pensar de manera constante. Los veo frecuentemente y estoy mas bien segura de que todos nos hemos topado con estas escenas que suelen ser incómodas y desagradables. Observar a una pareja peleando o discutiendo en público no es nada hilarante —más allá de ciertos casos que rayan en lo ridículo—. En mi opinión personal, me parece que es mucho más común que sea el hombre quien interponga su fuerza física o su dominio sobre la mujer. He escuchado a algunas de esas mujeres después de la discusión, sumergidas en un mar de llanto y de lágrimas «yo sé que por mí, él va a cambiar, yo lo sé»... Nada más falso que esa triste esperanza.
Lastimosamente la mayoría de estas mujeres van a parar a dos lugares: el hospital o el cementerio. Estos “hombres” básicamente nunca aprenden a respetar ni a amar a sus parejas; la mayoría de estos hombres son infieles y abusivos con todas sus conquistas. El egoísmo predomina en estos especímenes, es por eso que nunca aprenden a pensar en los demás, sólo en ellos mismos. Carecen de toda empatía, por tal razón es casi imposible que cambien.