Con sus patas fijas sobre el felpudo de teja y llanto, saltando los muros y paredes como si huyera de la ley que es el perro con sus dientes grandes y afilados, que nunca ha podido evitar triturarle los huesos. En el tejado maullaba con fuerza, casi parecía que derramaba lágrimas al azar sobre sus heridas frescas; sobre el tejado podía ver la ciudad completa pero no los detalles que se ocultaban debajo de ella. Y así el gato creía tener una perspectiva completa de las cosas, pero en realidad no era consciente de que no veía nada, sus ojos y su mirada eran algo superficial, como esa fina capa de polvo que se posa sobre el agua por un rato, pero no más.
Cosas que me gustan, ademas de leer
Hace 1 semana