Los últimos meses se han convertido en una espiral que va de adentro hacia afuera en mi vida, decir que se me han presentado unos cuántos obstáculos que me han impedido brindarle el cuidado que se merece a mi blog es poco.

Estoy escribiendo desde una laptop prestada porque la pantalla de mi teléfono móvil ha sido aniquilada por mi cruce de perro-canguro y sumemos que la fuente de poder de mi pc ha pasado a mejor vida (murió de causas naturales pero puedo decir que me brindó sus mejores años). Entre los estudios, el trabajo y mantener una casa mientras esquivo la pandemia en medio de un país ya casi acabado por su situación socio-económica y política, se me ha hecho imposible adquirir otro teléfono decente o reparar la pc —me estoy enfocando en lo principal (que es no pasar hambre). ¡Pero oye, al menos estoy sana!, y no quiero que suene insensible: me pongo en los zapatos de todos aquellos que han perdido a algún familiar o han caído abatidos en lo que va de año, no solo por la situación que ya no hace falta mencionar, sino por cualquier otra causa.

Si estás leyendo esto y te encuentras luchando o viendo batallar a un ser querido, quiero desearte mucha fuerza y mucho ánimo, y de todo corazón espero que puedas superar todo esto y que las cosas resulten lo mejor posible.

De mi parte, cabe mencionar que estaré devolviendo todos los comentarios que hayan dejado en mi blog y que publicaré algunas reseñas que tengo pendientes —más que pendientes, ansiosas por salir—, ahora que tengo un recurso diferente a mi disposición y que me ha vuelto un poco el ánimo y el juicio/inspiración, o lo que sea que estaba faltándome.

Te quiero si llegaste hasta aquí. Gracias por leer.