Pesadillas disfrazadas de sueños — Parte I

diciembre 26, 2011


•Parte I•
Desde la jaula.

Si esta historia fuera un cuento de hadas más, seguramente iniciaría con «había una vez», pero no es así, y puedo asegurar que a más de uno le ha pasado lo mismo. El que un día despertó sintiendo que su vida no valía nada para nadie y que el mundo sería un mejor lugar sin su existencia.

Muchos nacemos en una jaula de oro, pero nos volvemos viles espectadores de la vida fuera de ella. Responsabilidades, exigencias, superación, dar la talla, ser mejor que aquel o aquella, encajar en la sociedad, no ser rechazados por los demás, defender el apellido o la familia entre muchas otras cosas, son pesadillas que rondan nuestra cabeza al dormir y aún estando despiertos.

En nuestro sentir está superarnos y ser mejores personas pero, seamos sinceros, fuera de la jaula hay mucha gente que te ordena y te dice qué hacer. En realidad no te hacen tanto daño ese tipo de personas sino aquellas que fingen apoyarte y al final terminan por matar tus sueños como cualquier persona allá fuera. Muchas veces tus cercanos terminan por pisotear tus anhelos y todos los sueños que mayormente te cuesta construir y soñar por años, y es justo ahí cuando nos parece que la vida no puede ser más injusta con nosotros, pero siempre hay una puerta abierta para salir de esa jaula en la que nos encontramos.

No nos damos cuenta casi nunca de que todas las pruebas, todo el sufrimiento, lo que nos abate, la dureza de los tiempos y todo lo que al momento parece que nos impide avanzar, muy al contrario de lo que pensamos son cosas que nos ayudarán sí porque sí a superarnos como personas, a ser eso que queremos ser.

Fingimos muchas veces ser felices: nos colocamos esa máscara de teatro con una gran sonrisa, saludamos, caminamos y todos nos admiran simplemente por ser lo que somos pero de noche, en la habitación, nos quitamos la máscara feliz y debajo está la verdadera, esa triste y con lágrimas que ya no quiere vivir. Los padres trabajando, los amigos hipócritas y fingidos que sólo quieren exprimirte, tu vida parece un deja vù, todos los días son como un juego en el cual sabes lo que va a suceder después. Estás solo pero sabes que a pesar de todo hay algo más por lo que debes luchar y no te permites rendirte por eso.

No hay ave que quiera estar encerrada en una jaula, por eso decides tomar esa puerta; abres tus alas, las bates y te das cuenta de que no era tan difícil como parecía desde adentro. Lluvia y nieve en las alas, levantas el vuelo y sientes el aire y esa dulce sensación de libertad por primera vez, entonces abres tus ojos y piensas «tengo la oportunidad de decidir es cuando más feliz te sientes, y no es una felicidad fingida, esta vez no hay máscaras, eres tú, el verdadero tú y vuelas solo, independiente del mundo.

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1 comentarios

  1. Muy cierto muy buena entrada, y si todos hemos sentido eso alguna vez... espero que no lo estes sintiendo en este momento un saludo

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