«Él»

octubre 02, 2014


Él camina todas las mañanas en las aceras de una avenida muerta, que luego cobra vida. Esa rutina la repite con su bolso cruzado al pecho de lunes a viernes. Él va pensado que hay cosas en su vida que debe cambiar. Un trabajo estable sería el primer paso para que la sociedad empiece a verlo como un joven con un futuro prometedor, y sería una mejor opción para tomar otras responsabilidades. Mejorar en sus estudios podría ser la medicina que resuelva de una vez por todas sus constantes problemas de insomnio. Quizás tomar clases de arte para mejorar su técnica en pintura, o posiblemente podría estudiar fotografía para despertar ese talento oculto en el cual puede ser bueno sin siquiera saberlo.

Cuando tiene vacaciones o algo de tiempo libre le gusta desarrollar sus reflejos con la patineta. Se reúne con un grupo de chicos a las afueras de una catedral y se apodera de su espacio y de su tiempo. Una vez se rompió la muñeca izquierda, otra tuvieron que suturar su barbilla con unas cuantas puntadas. A pesar de eso ama mucho su patineta y la cuida como si fuera un amigo muy querido.

La gente de la ciudad dice cosas, que son unos mal vivientes, que tienen vicios irreparables, que son una vergüenza ante los extranjeros y que son jóvenes destinados a perderse. Todos esos comentarios crudos y lapidantes son dolorosos para él, porque quiere ser algo más que sólo un montón de escoria. Él quiere que se le valore por lo que hace, porque su corazón es tan grande que vale más que su peso en oro. Él sabe que no tiene vicios y trata de superarse en la medida que la situación social de su país se lo permite. Toma las oportunidades que sabe que merece, y no escatima en cuanto a alcanzar sus sueños se refiere.

No existe una chica que lo merezca. La mayoría está a su lado por el ligero atractivo que significa para algunas jóvenes, tal vez 2 o 3 años menor que él el simple hecho de que sea un chico que anda en patineta «es un chico malo —dicen— ¡me encanta!». A simple vista parece para ellas un mundo interesante: diversión, adrenalina, espontaneidad, rebeldía, pero lo cierto es que al descubrir en él la misma rutina que todo el mundo padece, se alejan y van en busca de alguien diferente.

Él no espera demasiadas cosas de la vida —nada más pretencioso de lo que mucha gente querría—. Sólo anhela un trabajo que lo mantenga a través de su esfuerzo con algo de lujo, una casa con piscina, una familia y algunas mascotas en su patio con un gran jardín. ¿Pero quién soy yo para opinar sobre esto, si al final del día sólo sigo siendo buena para especulaciones?

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